La reciente película sobre los inicios de Facebook The Social Network – con esa estupenda banda sonora realizada por Trent Reznor (NIN) y Atticus Ross me ha incitado ha reflexionar sobre el mundo de Internet y esa idea que se quiere promover -en especial, en la sociedad española actual, de que la prosperidad futura se encuentra en la innovación y el ser emprendedor, vamos tener una buena idea y crearse uno mismo su propia empresa.
Según cuentan los más entendidos la película no es fiel a la sucesión de acontecimientos que han hecho de Facebook la red social más seguida del mundo y soy consciente que la pretensión principal del director es que nos fijemos en la personalidad de su fundador, Mark Zuckerberg. pero lo que más me ha interesado es el «contexto» en que se desarrolla la gesta empresarial de Mark.
Y nos encontramos con que esta red social se conforma en el terreno donde se forman las élites estadounidenses, laUniversidad de Hardard, pero, aparte de este hecho que reforzaría la idea de que estas personas lo tienen un poco más fácil que el resto de los mortales para llevar a cabo estos menesteres, también nos podemos quedar con muestra un medio en el que de una manera u otra se favorecen las «ideas», materia prima esencial para empezar a mover un negocio. No parece que el motor inicial de los jóvenes que crean Facebook sea el dinero -que por otro lado parece que tienen- sino el mero hecho de hacer algo interesante: conocer más gente, ligar más, etc -en definitiva algo «guay» como se ha doblado al español .
Y si bien en los medios académicos no encuentran apoyo, ya que más bien son una de las resistencias contra la que quieren luchar, si lo encuentran en ciertos medios financieros y en otras empresas dispuestos a «arriesgar» capital.
Desgraciadamente lejos queda el mundo empresarial en el que nos movemos donde la inversión en innovación brilla por su ausencia y donde parece más que se busca la subvención -estatal, europea, etc.-que la inversión en ideas. A esto cabria sumar las dificultades existentes para fundar empresas lo cual ya es suficientemente disuasivo de cualquier veleidad emprendedora.
Tal vez convendría copiar del «modelo USA» su facilidad para propiciar nuevas empresas e invertir en ideas -desde el ámbito privado- y no modelos que pretenden la «asiatización» de la economía (degradando condiciones laborales) ; con las que por mucho que se adopten en España o Europa jamás nos darán una ventaja comparativa real ya que para eso están China o Corea del Sur que llevan bastante ventaja en esos menesteres.
La única ventaja comparativa real que nos puede hacer competitivos en la economía global es el apoyo tanto del ámbito público como del privado a las nuevas ideas y a las nuevas empresas, mucho más alla de campañas publicitarias más o menos vistosas, con aquello que determina que un negocio bueno triunfe o no: dotándolo de capital.